Se nos fueron...
Hasta ahora no había tenido en cuenta el triste balance radiofónico de este año.
El último empujón lo ha dado la muerte de José Luís Pécker, un hombre de radio, molesto con la radio porque la radio dejó huérfanos a las grandes estrellas de la década de los años 50. Y él estuvo ahí.
Y supo estar.
Madrileño y admirador de los rincones de Madrid. Tuvo fama por presentar concursos, hacer entrevistas y unos deliciosos reportajes sobre esa ciudad tan cargada de semántica.
No ha sido el único, por desgracia.
Sorpresa fue la repentina muerte de Cebrián, Juan Antonio.
También un hombre de radio, con un gran conocimiento de la historia, y uno de los pobladores nocturnos de esa noche que se ha quedado más huérfana.
Y más silenciosa sin la voz de Carlos Llamas, un hombre que comenzó su actividad en un llamado "Laboratorio de comunicación" y que convivió con ese objeto de experimento con gran intensidad aunque limitado a la información.
Pero no sólo el contenido es la radio. También el modo, la inteligencia. Quizá por eso sea el medio más próximo a quien lo recibe, porque la palabra es lo más próximo a la esencia humana.
Y todo esto, entre filosófico y trascendente, en el día más uniforme de la radiofonía española: el Sorteo de Navidad uniforma todos los rincones del país con el sonsonete de las voces infantiles que se esfuerzan en ser quien una un número con una cifra, antaño en pesetas y hoy en los manidos euros.
El último empujón lo ha dado la muerte de José Luís Pécker, un hombre de radio, molesto con la radio porque la radio dejó huérfanos a las grandes estrellas de la década de los años 50. Y él estuvo ahí.
Y supo estar.
Madrileño y admirador de los rincones de Madrid. Tuvo fama por presentar concursos, hacer entrevistas y unos deliciosos reportajes sobre esa ciudad tan cargada de semántica.
No ha sido el único, por desgracia.
Sorpresa fue la repentina muerte de Cebrián, Juan Antonio.
También un hombre de radio, con un gran conocimiento de la historia, y uno de los pobladores nocturnos de esa noche que se ha quedado más huérfana.
Y más silenciosa sin la voz de Carlos Llamas, un hombre que comenzó su actividad en un llamado "Laboratorio de comunicación" y que convivió con ese objeto de experimento con gran intensidad aunque limitado a la información.
Pero no sólo el contenido es la radio. También el modo, la inteligencia. Quizá por eso sea el medio más próximo a quien lo recibe, porque la palabra es lo más próximo a la esencia humana.
Y todo esto, entre filosófico y trascendente, en el día más uniforme de la radiofonía española: el Sorteo de Navidad uniforma todos los rincones del país con el sonsonete de las voces infantiles que se esfuerzan en ser quien una un número con una cifra, antaño en pesetas y hoy en los manidos euros.
Etiquetas: fonoteca, personaje, radio, voces de la historia
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